Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Génesis 32:22-24
Jacob dejó del otro lado del arroyo todo lo que tenía para poder ir al encuentro con Dios. Antes de encontrarnos con Dios tenemos que encontrarnos a solas, sin andamiajes ni elementos externos porque Dios quiere tratar con nosotros a solas; personalmente. Ciertamente Jacob no abandonó para siempre lo que dejó del otro lado del arroyo, pero el hombre que regresó a buscar lo que había dejado no fue el mismo que se fué. El hombre que regresó había sido transformado por Dios, Dios le había tocado y le había dado un nombre nuevo; había hecho pacto con El y le había marcado para siempre.
Sin embargo, antes de este encuentro Jacob tuvo que despojarse de todo y encontrarse a solas. ¿Qué cosas estás dispuesto a dejar al otro lado del arroyo para tener un encuentro con Dios? ¿De cuáles cosas te tienes que despojar? ¿Qué estás dispuesto a sacrificar? Puede ser tu orgullo, tus razones, ideales, sueños, metas, planes, anhelos profesionales, anhelos ministeriales, amistades, círculos, conexiones, anhelos materiales. En ocasiones hay que poner sobre la raya aquellas cosas concretas y embarcarnos en un proceso de Fé en el cual Dios nos reta a confiar en El.
Dios desea que lo dejemos todo al otro lado del arroyo para encontrarnos con El. Lo hermoso es que siempre va a rayar el alba, siempre va a salir el sol. Dios va a salir a nuestro encuentro en medio de las noches oscuras del alma y va a amanecer. Pero aún más hermoso; de ese encuentro vamos a salir transformados.
Pastor MJ – Mizraim Esquilín Carrero
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Buena reflexión y genial fotografía!
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Reblogueó esto en Nuestra relación es lo más importante.
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