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Confesiones de una Calabaza – La mastectomía #LouderAndStronger #BeckyParrilla

becky
Muchas veces en este «journey» me siento «calabaza» (en referencia a Cenicienta). No hay zapatillas de cristal, tiaras, ni lazos rosados, lo que hay son muchas emociones y pensamientos. Los  comparto porque es terapéutico tratar de identificarlos y describirlos. Y porque tal vez sirva para educar a otros acerca del tema.

Aquí van mis «confesiones de una calabaza» ahora que mi equipo médico está discutiendo conmigo la próxima etapa: la mastectomía.

  • No. No me emociona la idea de una cirugía.
  • No. Una mastectomía/reconstrucción por motivos oncológicos no es lo mismo que un «boob job» (aumento de senos con implantes) gratis. El procedimiento no es el mismo, el estado físico no es el mismo, el estado anímico no es el mismo y las razones no son las mismas.
  • No. Yo no hubiera elegido someterme a un par de cirugías en esta etapa de mi vida (porque la reconstrucción es un proceso). Especialmente, con un niño de 5 años y 30 libras al que hay que cargar y llevar al hombro, que todavía usa pañales, y que requiere cuidados especiales (delegar su cuidado mientras me recupero es lo más que me pesa).
  • Sí. Es una bendición que pueda llegar a esta otra parte del proceso. Hace pocos años atrás las pacientes de cáncer de seno metastásico ni siquiera tenían la opción. El promedio de vida era (y todavía aparece en «Google») aproximadamente 2-3 años luego del diagnóstico y el enfoque era cuidado paliativo.
  • Sí. Debido a que he respondido bien al tratamiento y mi hígado está mucho mejor, hace sentido atacar el tumor primario del seno.
  • Sí. Este proceso no es solo mío. Tengo una familia maravillosa, tengo hermanos y hermanas en Cristo, y tengo amigos. Amor nunca me falta.
  • Sí. Este tiempo no estaba en mi agenda, pero es parte de un plan más grande que yo. Dios es soberano. El nunca está sorprendido ni limitado.
  • Sí. En esta próxima etapa Su gracia no va a faltar. Nuevamente, Su gracia será suficiente.
  • Sí. Yo soy más que mi cabello y más que una parte de mi cuerpo. Mi identidad y mi valor están definidos por mi relación con Cristo.
  • Sí. Mi problema más grande no es la mastectomía. Mi problema más grande ya fue resuelto. Hay uno cuyo cuerpo fue molido en una Cruz para garantizar eternamente mi salvación y sanidad.
Estas son mis «confesiones»,  aunque les confieso que no siempre las pienso en este orden.
Bendiciones, #Becky

Las cosas de cada día – Tomando la cruz #LouderandStronger #BeckyParrilla

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.» (Lucas 9:23)

sunshine-923890_1280Cuando Jesús dijo estas palabras a los discípulos ellos tenían que haberse imaginado la escena. Las crucifixiones eran comunes en el imperio romano. Los sentenciados a muerte desfilaban tomando su cruz (al menos el pedazo de madera horizontal). Todos sabían que era un camino sin regreso, una muerte segura. Jesús dice que esa es la marca de un discípulo. Alguien que todos los días crucifica la «vida del yo» para vivir la «vida de Cristo». No se pueden vivir ambas vidas a la vez. Tiene que haber una muerte segura. O vive el «yo» o vive Cristo en mí.

Muchas veces se nos hace difícil aplicar esta verdad porque pensamos que negarnos a nosotros mismos solamente está relacionado a situaciones donde batallamos con algún pecado o tentación particular. Pero negarnos a nosotros mismos tiene que ver con lo que disfrutamos, con nuestra dependencia, con nuestros anhelos, con nuestra voluntad, con todo.

Llevamos varios días hablando con los doctores de nuestro niño de 5 años en relación a sus convulsiones, las interacciones con otros medicamentos, ajuste de dosis por peso, etc. Les confieso que una mañana presentando todo eso en oración lo que predominaba en mí era una gran frustración. O sea, cuántas veces voy a orar por lo mismo. Y leyendo este pasaje de Lucas 9 me preguntaba con toda honestidad cómo «negarme a mí misma» me sería útil una mañana como esa. La respuesta es que me es extremadamente útil y necesario.

La «vida del yo» se frustra por la petición no contestada, por el tiempo de espera, por la escasez de evidencia, por la falta de instrucciones claras, etc. Porque la raíz de todo eso es la necesidad de control del «yo», la sabiduría del «yo», el tiempo del «yo», la conveniencia del «yo», la agenda del «yo». Pero cuando tomamos nuestra cruz cada día y vamos en ese camino «one way»; y llevamos todas esas cosas a los pies de la Cruz, y mueren ahí; lo único que queda es Cristo. Y eso va a transformar nuestros anhelos, nuestras actitudes, nuestras expectativas y nuestra visión. Dice Colosenses 1:27 que ese es el gran misterio del evangelio, «Cristo en nosotros, la esperanza de la gloria».

Así que cada día, antes de presentar nuestras peticiones, vamos a negarnos  a nosotros mismos y a  tomar nuestra cruz. La vida de Cristo  en nosotros es lo que dice continuamente: «Hágase Tu voluntad».  Que podamos decir como dijo el Apóstol Pablo en Gálatas 2:20 “Ahora ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y mientras vivo en este cuerpo,  vivo por fe en el Hijo de Dios, quien me amó y entregó su vida para  salvarme”.

Pastora Becky

Las cosas de cada día – Llamando las cosas como son #LouderandStronger #BeckyParrilla

Sucedió después de estas cosas que la mujer de su amo miró a José con deseo y le dijo: Acuéstate conmigo. Pero él rehusó y dijo a la mujer de su amo: Estando yo aquí, mi amo no se preocupa de nada en la casa, y ha puesto en mi mano todo lo que posee. No hay nadie más grande que yo en esta casa, y nada me ha rehusado excepto a ti, pues tú eres su mujer. ¿Cómo entonces iba yo a hacer esta gran maldad y pecar contra Dios? Y ella insistía a José día tras día, pero él no accedió…” (Génesis 39:7-10)

Todos estamos en una batalla y nuestros enemigos no son pasivos. Para enfrentar las tentaciones de cada día tenemos que tener un sentido correcto de Dios y hay que llamar las cosas como realmente son. José seguía siendo un esclavo y pudo llamarle a su situación desventaja, abuso de poder, algo que otros han hecho antes, etc., pero le llamó como lo que realmente era, un pecado contra Dios.

Becky Parrilla

Una de las batallas más grandes cuando te enfrentas a un diagnóstico de enfermedad es la batalla contra los pensamientos. Pero hay que preguntarse cómo esos pensamientos hacen que veamos a Dios. Si lo hacen ver menos santo, menos sublime, menos poderoso, menos bueno, menos justo, menos misericordioso, pues tenemos que llamar esos pensamientos como lo que realmente son.  Esto es algo con lo que creo que la mayoría de las madres pueden identificarse.  La gran pregunta de “¿Qué pasa si le falto a mis hijos?” Y es algo que realmente me molestaba. Entonces me pregunté: ¿qué es lo que realmente puede pasar? Pues que el Señor los va a consolar, que Dios los va a cuidar, que Su gracia no va a faltar, que Su amor seguirá siendo real, que Su propósito en ellos se va a seguir cumpliendo a pesar de, etc. Y me di cuenta que lo que realmente me molestaba era esa idea de que nadie los iba a cuidar como yo, a defender como yo, ni  amar como yo. Pero el problema es que bajo esa premisa, lo que yo puedo hacer por ellos es mejor que lo que hasta Dios puede hacer. Y eso hace a Dios menos sublime, menos poderoso, menos amoroso, menos bondadoso. Así que en el fondo de ese pensamiento inofensivo y de un razonamiento que parece justificado,  lo que hay es mi orgullo creyendo que yo sé más o que yo puedo hacer más que lo que Dios puede hacer y eso es pecado. Hay que llamar las cosas como realmente son.

Tal vez no se llama ser precavido, a lo mejor es afán. Tal vez no se llama ser realista, a lo mejor es duda. Tal vez no se llama ser justo, a lo mejor es orgullo. Tal vez no se llama “lo que otros hicieron”, a lo mejor es “como yo reaccioné”. Tal vez no se llama progresar, a lo mejor es no estar contento con lo que tengo. Tal vez no se llama ser cauteloso,  a lo mejor es temor. Tal vez no se llama protegerme, a lo mejor es no perdonar. Tal vez no se llaman recuerdos, a lo mejor es amargura.

Para las tentaciones de cada día hay que enfrentarse con la santidad y la majestad de Dios cada día. Todo lo que atente contra esa santidad y esa majestad es pecado.

Oh, Señor, ¡ningún dios puede compararse a ti! ¡Nadie es santo ni grande como tú! (Exodo 15:11)

Oh Señor, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú, poderoso Señor? Tu fidelidad también te rodea. (Salmo 89:8)

Porque tu justicia, oh Dios, alcanza hasta los cielos, tú que has hecho grandes cosas; oh Dios, ¿quién como tú? (Salmo 71:19)

Para las tentaciones de cada día hay que depender de la fidelidad de Dios cada día.

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla.”  (I Corintios 10:13)

 Becky Parrilla

Las cosas de cada día – ¿Dónde está tu Dios? #LouderandStronger #BeckyParrilla

Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?” (Salmo 42:3)

Louder an Stronger

¿Les hago una confesión?  Muchas veces cuando yo estoy orando por varias peticiones a la misma  vez y una de ellas es “súper, súper importante, grande, y difícil”, trato de prestar atención a otras peticiones más sencillas. Entonces cuando veo que esas otras peticiones se van resolviendo, me consuelo pensando que de la misma forma que “me escucharon” con esas otras peticiones, así sucederá con la petición “súper, súper importante, grande y difícil”. Pero hay temporadas en las que hasta las peticiones sencillas se complican en vez de resolverse y lo que escucha el alma es una voz que dice “¿Dónde está tu Dios?”.

Otras veces basta con tomar el teléfono móvil o leer el periódico y ver gente con situaciones similares a la tuya que terminaron con un final diferente al que anhelas y otra vez se escucha la voz que dice: “¿Dónde está tu Dios?”. Quizás has escuchado la voz al salir del tribunal; en el pasillo de un hospital; cuando abriste el sobre con la demanda judicial; al salir de una reunión de la escuela de tu hijo(a); frente a un féretro; al entregar  las llaves de tu negocio; al concluir esa llamada telefónica; al ver pasar el tiempo; al terminar una relación…” ¿Dónde está tu Dios?”. El salmista vivía una temporada en la que escuchaba esa voz cada día.

Al final del salmo todavía el salmista está en el proceso de decirle a su alma “¿Por qué te abates alma mía y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios…”. Pero mientras tanto hay unas verdades que lo sostienen.

De día El Señor me envía su amor” (ver 8a, DHH)

Esa palabra “envía” se refiere a una orden, denota autoridad. El Señor ha dado la orden para que cada día recibamos su amor. Así que en medio de temporadas que nos gritan cada día “¿Dónde está tu Dios?”, no dejamos de creer que Dios está enviando su amor cada día. No nos va a faltar el amor de Dios. Muchos se preguntarán, ¿pero cómo se ve Su amor? Dice Juan 1:17 “pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo”.  Veo Su amor cuando veo a Jesús. Veo Su amor cuando veo la Cruz.

Y de noche no cesa mi canto ni mi oración al Dios de mi vida” (ver 8b, DHH)

El salmista ora y canta. Tal vez oraba cantando o cantaba orando, eso no lo sabemos, pero no cesa de hacerlo. Y es una expresión de fe porque la dirige al “Dios de su vida”. Y en temporadas que nos gritan: “¿Dónde está tu Dios?” no hay una fuente de consuelo más poderosa que recordar que somos del Señor. Somos hechura suya (Efesios 2:10).  Y Dios no abandonará la obra de Sus manos (Salmo 138:8). El que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús (Filipenses 1:6).

“¿Por qué te abates alma mía y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios… Él ha enviado Su amor y mi vida es suya”

Becky Parrilla

Las Cosas de Cada Día – La “música de fondo” del alma #LouderandStronger #BeckyParrilla

Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado?  ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma, con tristeza en mi corazón día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome? Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor, mi Dios!  Devuélvele el brillo a mis ojos…” (Salmo 13:1-3)

Becky Parrilla - Louder and Stronger

Becky Parrilla – Louder and Stronger

En días recientes vivimos nuestro primer evento grande de nieve desde que nos mudamos a los Estados Unidos. En anticipación al evento mi niña no dejaba de preguntarme «¿Mamá, cuándo va a comenzar a nevar?» Y luego que comenzó a nevar y pasó 1 hora, 4 horas, 12 horas, 20 horas, 24 horas, 30 horas…ella no dejaba de preguntar «¿hasta cuándo va a nevar?». ¿Hasta cuándo? es una pregunta que nos hacemos a menudo. Y a diferencia de la tormenta de nieve no hay una aplicación en el teléfono móvil que pronostique el final de otras tormentas de la vida.

El salmista también preguntó hasta cuándo. Hasta cuándo te olvidarás. Hasta cuándo mirarás hacia otro lado. Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma. Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome. Tal parece que era su música de fondo,  su conversación interna cada día. Y es que a veces nosotros somos nuestros peores consejeros. Es un asunto de cada día decidir qué «música de fondo» escuchar. Es un asunto de cada día «predicarle al alma» en lugar de añadirle tristezas y angustias.

En medio de su situación el salmista no dejó de orar. Y le pidió a Dios que le devolviera el brillo a sus ojos. Otra versión dice «alumbra mis ojos para que no duerma de muerte». Hay una gran enseñanza aquí. Porque el salmista parece haber entendido que aunque sus sentimientos eran reales, aunque su angustia era real, su tristeza era real…no necesariamente su percepción de la realidad era la realidad. El podía sentir que Dios se había olvidado, pero la realidad es lo que la Biblia dice: «¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.» (Isaías 49:15). El podía  sentir que Dios le había dado la espalda, pero la realidad es lo que la Biblia dice: «Porque El no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado, ni le ha escondido su rostro; sino que cuando clamó al Señor, lo escuchó.» (Salmo 22:24).

Así debemos ver las cosas cada día. Las emociones y los sentimientos pueden ser muy reales. Y hay sanidad en reconocer esos sentimientos y emociones.  Podemos validar nuestro «derecho humano» de experimentarlos. Pero no siempre podemos concluir que nuestra percepción de la realidad es la realidad. Tenemos que validar como autoridad y fuente confiable lo que la Palabra de Dios dice de nuestra realidad.

El salmista termina este salmo con una expresión de alabanza:
«Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se regocijará en tu salvación. Cantaré al Señor porque me ha colmado de bienes» (Salmo 13:5-6)

Esta expresión habla de la salvación del Señor. El famoso predicador del siglo 19, Charles Spurgeon, predicó un sermón de este salmo y decía que aún cuando parece que Dios ha escondido su rostro, no dudemos que ese rostro es un rostro de amor. Yo añado que la salvación nos recuerda que ya hemos visto Su rostro de amor en el rostro de Jesús.

«Las Cosas de Cada Día» #LouderandStronger #BeckyParrilla

Si hay algo de lo que estoy ahora más consciente que antes es de la necesidad de reconocer que tenemos una lucha diaria. No existe un solo día en el que podamos decir: «Hoy no tengo algo que rendir» «Hoy no tengo un pensamiento que llevar a la Cruz de Cristo» «Hoy no tengo una tentación que resistir», «Hoy no tengo que batallar por el gozo», etc. Es una fragilidad diaria. Es una dependencia diaria. Y también es poder de Dios disponible diariamente para nutrir y sostener esta vida cristiana que por nuestras propias fuerzas es imposible mantener.

Las cosas de cada día

Las cosas de cada día

La Biblia reconoce la naturaleza de esta lucha. Estamos expuestos a muchas cosas cada día, por ejemplo;

  • Ser tentados cada día
    Génesis 39:10
    Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella
  • Ser nuestros peores consejeros cada día
    Salmos 13:2
    ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma, Con tristezas en mi corazón cada día?
  • Estar mal acompañados cada día
    Salmos 42:10
    Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
  • Tener a nuestra disposición lo que el mundo ofrece cada día
    Daniel 1:5
    Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.

Pero también hay un llamado a:

  • Reconocer lo que Dios es y hace cada día
    Salmos 68:19
    Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios El Dios de nuestra salvación. Selah
  • Adorar cada día                                                                                                               Salmos 145:2                                                                                                                       Cada día te bendeciré, Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
  • Negarnos a nosotros mismos cada día
    Lucas 9:23
    Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
  • Ser iglesia cada día. Ver el poder de Dios en medio de Su iglesia cada día.
    Hechos 2:46 – 47
    Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Te invito a reflexionar conmigo durante las próximas semanas acerca de «Las Cosas de Cada Día».

#BeckyParrilla

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