Espera pacientemente #NotasdelPastorMJ #Ameccda

Durante el tiempo de vacaciones los chicos tienden a levantarse más temprano de la cuenta. Sería muy adecuado que esto sucediera así durante el curso escolar para facilitar todos los quehaceres rutinarios de una mañana en la cual hay que ir a clases. Pero por alguna razón (que la ciencia aún no ha podido explicar) esto no sucede así. En tiempo de escuela los chicos rara vez se van a levantar temprano, mientras que en los días libres o en los fines de semana aquellos padres que intenten descansar van a ver su sueño interrumpido antes de lo deseado.

Una de esas mañanas de sueños interrumpidos, el menor de mis chicos, de tan solo cinco años de edad, fue a nuestro cuarto y le dijo a mi esposa: “Mamá, tengo hambre”. Mamá tratando de ganar algunos minutos adicionales de sueño, le dijo al chico: “Pronto bajo a hacerte desayuno, entre tanto; toma un pedazo de pan”. El chico se fue y regresó a los cinco minutos repitiendo las mismas palabras: “Mamá, tengo hambre”. Mi esposa resignándose le dijo: “Está bien, voy a bajar ahora para hacerte un emparedado” (un sándwich como decimos en Puerto Rico). El chico le contesta: Oh! Y entonces; ¿qué hacemos con la avena que estoy preparando? Mamá quedo de pie instantáneamente y bajó corriendo para la cocina. El chico de cinco años, que no se supone que estuviera cocinando, había tomado una cacerola, había puesto en ella avena, canela, azúcar y había vertido leche. Solo le faltaba prender la estufa. Mamá le ayudó a terminar de preparar su desayuno. Tuve el placer de probar aquella avena y no estaba nada mal.

Pero, pensando en este evento y en todas sus implicaciones no pude evitar hacer la comparativa entre nosotros como hijos y Dios como nuestro Padre celestial. En ocasiones nosotros somos como ese chico pequeño. Vamos delante del Padre y ciertamente tenemos la confianza de pedir. Pero a menudo desesperamos si no vemos una contestación rápida a nuestro clamor. Es entonces cuando sentimos la tentación de “ayudar a Dios”. La Biblia dice lo siguiente acerca de la respuesta de Dios:

Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Salmo 40:1

El salmista conocía al Dios de la respuesta, pero aprendió a descansar pacientemente, aún en medio de la espera. La Biblia dice que con nuestra paciencia ganaremos nuestras almas (Lucas 21:19). Ciertamente, en el ejercicio de esperar por la respuesta de Dios vamos a obtener la mayor bendición. En esa espera no solamente recibimos de parte de Dios una respuesta para nuestra necesidad, sino que somos transformados para su gloria.

Es importante recurrir a los brazos de nuestro Padre para presentarle nuestra necesidad. Pero tenemos que esperar por su respuesta. No debemos adelantarnos a esa respuesta porque podemos poner en riesgo aquello que Dios desea hacer con nosotros. Tenemos que esperar por la respuesta de Dios para nuestras relaciones, para nuestra familia, para nuestros ministerios, para nuestros trabajos, estudios, sueños y para cada una de las áreas de nuestra vida. Dios es fiel y ha prometido escuchar nuestro clamor y obrar a nuestro favor.

Nos toca a nosotros confiar que así será. Espera pacientemente en Dios, espera pacientemente en su respuesta y confía (sin adelantarte) en su plan. El tiene lo mejor preparado para ti.

 

Pastor Mizraim Esquilín Carrero – #PastorMJ

 

 

Ven al lugar de la provisión #NotasdelPastorMJ #Ameccda

Llegaron en Burros y se fueron en carruajes…

El hambre que había en la región forzó a aquellos hombres a volver al lugar donde temían volver. Pero no había otra alternativa, tenían que volver. Con los recursos que tenían a la mano (aquellos burros con sacos que contenían el poco dinero que quedaba) llegaron a la tierra de la provisión. Para sorpresa de todos, aquella provisión fue tan extraordinaria que sus vidas cambiaron para siempre. La mano de Dios estaba en el asunto y el desenlace fue un testimonio de gloria.

Esta es la historia de los hermanos de José cuando regresaron a Egipto a buscar provisión; a causa del hambre intensa que había en su tierra. Pero Dios les había preparado una sorpresa. Por adelantado, Dios había diseñado un plan extraordinario, un plan que aseguraba salvación para todos, restauración de las relaciones y provisión abundante. Llegaron a Egipto en burros y regresaron a su tierra en carruajes (Génesis 45:21-23).

Puede ser que haya hambre en tu región; hambre de paz, hambre de dirección, hambre de esperanza, hambre de fortaleza. Puede ser que tu necesidad sea intensa y que sientas temor por la incertidumbre que depara el futuro. Pero tienes que llegar al lugar de la provisión para que puedas recibir las sorpresas del cielo. Dios tiene de todo lo que necesitas en abundancia. Esto no se circunscribe a lo material sino que trasciende a cualquier carencia que puedas tener.

¿Necesitas consuelo? Ven al lugar de la provisión. ¿Necesitas sabiduría? Ven al lugar de la provisión. ¿Necesitas discernimiento, revelación, entendimiento para enfrentar los retos del camino? Ven al lugar de la provisión. ¿Necesitas comenzar de nuevo? Ven al lugar de la provisión.

Deja que Dios te cambie los vestidos, que te sorprenda con la provisión abundante. Ven con tus burros y tus sacos; con lo que tienes a la mano. Dios ha preparado por adelantado un plan extraordinario, un plan de misericordia. Un plan que asegura salvación, restauración y provisión abundante. Ven al lugar de la provisión y sé testigo de cómo Dios opera de manera extraordinaria, cambiando tus burros por carruajes. El es el Dios que sabe suplir tu necesidad, el Dios de la provisión milagrosa, el Dios de la restauración extraordinaria, el Dios que hace los cambios y que transforma nuestra realidad, para su gloria.

a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. Isaías 61:3

 

Pastor Mizraim Esquilín Carrero – #PastorMJ

 

Sopla el viento: nuestra identidad en Cristo es afirmada (Personajes bíblicos con anillos II) #HeraldoDigital #Ameccda

La reflexión anterior nos permitió analizar el modelo de José (Gn 37-Gn 50). El propósito de ese análisis fue poder examinar algunas de las características que poseía este siervo de Dios, que le capacitaban para recibir un anillo. Reiteramos que estamos comprometidos con el análisis de modelos de personajes bíblicos a quienes Dios puso como anillos de sellar. Ese análisis nos ayudará a desarrollar una mejor comprensión del libro de Hageo.

Tampoco olvidemos que todos estos análisis persiguen que podamos adquirir nuevas herramientas para comprender la promesa que Dios le hace a Zorobabel en Hageo 2:23:

23 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos.   Hag 2:23

En esta reflexión analizaremos el modelo de Job. El libro que lleva el nombre de este personaje bíblico nos revela que Job también recibió anillos (Job 42:11).

En el año 2005 nos detuvimos a mirar el libro de Job. Algunas de las reflexiones escritas que compartimos en ese momento nos permitieron examinar algunos datos significativos acerca de este personaje bíblico, así como del libro que lleva su nombre.

Decíamos allí que el libro de Job es una de las historias más intensas e interesantes de la Biblia. Sin duda alguna, casi todos los mortales que han nacido pueden identificarse con este personaje bíblico. Esto es posible porque tal y como señalara Eugene Peterson, Job sufre y enfrenta el dolor como nosotros lo sufrimos y lo enfrentamos. Es más, en Job parecen condensarse todas y cada una de las experiencias que pueden producir los dolores más grandes en un ser humano.

Su historia y el bosquejo de su libro parecen ir por caminos separados, pero paralelos. En la narrativa del libro, Job es asaltado por un sin fin de noticias catastróficas y dolorosas durante los primeros dos capítulos. Luego, él luego pasará 36 capítulos trabajando con todas las vertientes posibles del manejo del dolor; incluyendo el silencio de Dios. En cambio, el bosquejo del libro parece gastarnos una gran broma cuando usa narrativa (en prosa) durante los primeros dos capítulos para describir las situaciones, para luego lanzarnos a 36 capítulos de filosofía escrito en verso (poesía). Estos son los capítulos que describen las crisis más intensas de la vida de Job; descritos como poesía que se canta. Hasta la respuesta de Job está escrita en poesía. El libro regresa a la prosa en los versos finales del capítulo 42.

Más allá de estas apreciaciones, la vida de este hombre justo y alto en su comportamiento ético y moral, se desarrolla como una película de terror; un “thriller” altamente dramático e intenso. En ese libro los personajes secundarios añaden mucho sabor y color a toda esta historia.

Casi todos los estudiosos posmodernos serios han llegado a la conclusión de que Job fue un personaje real; quizás contemporáneo de Abraham. Es cierto que el libro se escribe en su versión final después del exilio babilónico, (luego del 586 AC). Sin embargo, hay muchas versiones de esta historia en otras culturas, que son anteriores al texto bíblico. Esto nos lleva a concluir que el libro de Job y su historia son mucho más antiguos que la versión que obtenemos de los escribas pos-exílicos.

La historia de Job parece desarrollarse alrededor del siglo 18 antes de la era cristiana. Lo sabemos porque el análisis interno del texto nos deja ver que Job puede adorar sin mencionar la Torah ni la revelación del Sinaí.  De hecho, cuando él presenta sacrificios no usa sacerdotes para hacerlo. En el libro no existen lazos con naciones ni con un grupo étnico identificado como los judíos. Por otro lado, la riqueza de Job es medida en rebaños y en posesiones; no en cantidad de oro o piedras preciosas.

Además, cuando Job es atacado, lo atacan tribus y no reinos. A esto podemos añadir que no hace mucho tiempo, fue descubierta una tableta en piedra, del alrededor del siglo 18 A.C. en la que se hace mención del nombre de Job. Es por esto, que casi todos los analistas de este libro concluyen que la historia que narra el libro de Job debe haber sucedido en el tiempo de los patriarcas (Génesis).

Este libro es uno muy complejo y profundo como para que lo tratemos liviana o superficialmente. Es probable que haya sido la primera de las historias bíblica en ser narradas (historia de la humanidad).

Reiteramos que muy probablemente Job haya sido contemporáneo con Abraham. Sabemos que no vivía en la tierra prometida. La Biblia dice que vivía en Uz, lugar que aún no ha podido ser identificado con precisión en los mapas bíblicos. Algunos estudiosos creen que estaba cerca de Edom por las referencias que encontramos en el libro de las Lamentaciones (Lam 4:21). Otros creen que estaba cerca de lo que hoy conocemos como Damasco (Jer 25:19-22).

Lo que sí sabemos es lo que revela la historia de este hombre. Job era un testimonio genuino de piedad. Era muy próspero, y si podemos decirlo, con méritos para ostentar esa prosperidad. Job era un hombre de Dios, extremadamente rico, un esposo de clase y un padre fiel. De pronto, se encontró en quiebra, sin hogar, sin recursos, sin hijos y en la miseria. Esta última, junto al misterio, se unen al insulto y a las lesiones de sus desastres; úlceras, con pus, cuerpo hinchado, fiebre y picor.

La miseria de Job se convierte en misterio con los silencios de Dios: algo simplemente intolerable.

La fe que este hombre muestra durante todos sus procesos, junto a las luchas que esgrime, reflejan esa herencia de la revelación de Dios que ha pasado de generación en generación. Desde el punto de vista bíblico es un libro que logra hacer lo que en cierto sentido buscan todos los otros libros de la Biblia: desnudar la vida de ilusiones vanas y mostrarla tal y como ella es.

Ese libro nos enseña que no se transita en la vida sin aprender. Este proceso de aprendizaje por lo general trae consigo un costo muy alto. La vida no es lo que aparenta ser. Como dice Swindoll en su libro acerca de Job[1], la vida no tiene que ser justa, ella no es un picnic de escuela bíblica de verano. La vida nos obliga a aceptar que estamos rodeados por muchas filosofías de vida y filosofías religiosas que son mentira. Ella nos obliga a aceptar que Dios disciplina y que permite algunas lecciones dolorosas. Hay que aceptar que el propósito de la vida no es hacerse rico. El propósito de la vida es hacer la voluntad de Dios. Hay que aceptar que hay veces que nos tienen que quitar el piso para que aprendamos esto.

Swindoll añade que es muy difícil tratar de vivir creyendo que lo que vemos que está pasando no es realmente lo que está pasando. Por eso contendemos con la Biblia, porque ella reta nuestras conclusiones falsas y nuestros presupuestos incorrectos.

Al final del camino, después de luchar mucho hasta el agotamiento, encontraremos que la vida se hace más fácil cuando aceptamos que Dios está detrás de todo. Esto, aunque no podamos entender el porqué de algunas de sus decisiones. Haciendo esto descubriremos que nuestra vida será más fácil; lo opuesto a lo que sucede cuando tratamos de vivir aislando a Dios de todo aquello que nos parece imposible. Somos muchos los que hemos caído en el error de jugar el juego de excusar a Dios y de colocarlo en el lugar que a nosotros nos parece que debe ocupar.

El Libro de Job nos regala cuatro (4) tesis acerca del origen del dolor. La primera tesis coloca a Dios como el responsable de este (Job 1). La segunda tesis coloca a Satanás como el responsable del dolor (Job 2). La tercera tesis coloca al ser humano como el responsable del dolor que sufrimos (Job 5:7). Es muy cierto que la versión RV 1960 recoge en este verso un grado de predestinación para el dolor. Sin embargo, el análisis del texto hebreo nos deja ver que Casiodoro de Reyna y Cipriano de Varela parecían haber sido afectados por las corrientes que luego desarrollarían en el Calvinismo. Veamos lo que dicen otras versiones bíblicas (Job 5:7):

Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, Así el hombre nace para la aflicción.   RV 1960

For a man is born to do mischief, Just as sparks fly upward.   Tanakh (Jewish Publication Society)

es el hombre el que causa la desdicha, así como del fuego salen volando las chispas. Dios habla Hoy

sino que los seres humanos nacen para crearse problemas, así como el fuego echa chispas. Palabra de Dios para todos

Así como el fuego es la causa de que salten chispas, nosotros somos responsables de nuestra propia desgracia. Traducción en lenguaje actual

La cuarta tesis acerca del origen del dolor que aparece en el libro de Job es que esto es un misterio que nuestra mente finita nunca será capaz de comprender por completo.

Derek Thomas, dice en su libro[2] que la sabiduría que da Dios en medio del dolor nos lleva a rendirnos y a dejar de pelear con el Eterno. Derek añade que esa sabiduría no se puede comprar y que tampoco se obtiene con tan solo portarse bien.

De hecho, Job es muy sabio: él nunca postula que la vida no tiene sentido. El problema de Job no es la sabiduría humana. El problema de Job es que él se aferra al entendimiento que ha desarrollado acerca de la creación y de aquello que Dios puede o no puede hacer. Job pensaba que estaba ejercitando la fe cuando hacía lo correcto y obedecía a Dios y por eso Dios no podía permitir que le sucediera nada malo. Luego descubre que solo defendía sus intereses e inversiones. Es obvio que se le hace difícil creer en un Dios que él no conocía. En Job 28:28 él termina concluyendo que el principio de la sabiduría es el temor del Señor.

La gente que vive día tras día sin reconocer a Dios vive sin sabiduría. Eso es un dato doloroso, pero esperado. Sin embargo, es otra cosa encontrar gente que cree conocer a Dios y se niega a entregarle su presente, sus asuntos para que Él haga lo que crea correcto. Esta actitud solo les llevará a perder su bendición. Esto no solo revela una fe débil, sino que revela ausencia de sabiduría que viene de lo alto (Sto. 3:17).

Derek asevera que la sabiduría solo se obtiene cuando aprendemos a confiar en Dios en los caminos por los que Él nos hace andar. El entendimiento florece cuando aceptamos que esos son los caminos por los que tenemos que andar. Ningunas de las dos se obtienen mediante la amargura o peleando con Dios. Se obtienen llegando a un acuerdo con Dios de que aceptaremos su voluntad sin protestas.

El libro de Job dice que todo esto está asociado a la naturaleza perversa que tenemos por dentro.

El libro de Job postula que el eje central de todo ese mal es el orgullo que llevamos por dentro. Este orgullo nos devora y descompone el carácter. Desde esa perspectiva, la maldad no está supeditada a criminales y ladrones. No olvidemos lo que dice Mt 15:19:

19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.

Se trata entonces de un problema del corazón y del carácter. Nuestro carácter se dañó en Edén y tienen que transformarlo. El pecado nos colocó en la dimensión de una humanidad caída. Cuando menos lo esperamos nuestro orgullo se pone de pie para retar a Dios, y/o a vivir con insensibilidad ante el dolor ajeno. Es la historia del Judas que todos llevamos por dentro. Se trata de la costumbre de querer manipularlo todo. En ocasiones hasta decidimos servir a Dios solo cuando Él nos bendice.

No podemos olvidar que el Señor nos da tiempos buenos, pero es por gracia y no porque lo merecemos. Amasar fortunas, alcanzar confort, tener muchas posesiones, ser capaces de retirarnos para ser felices, no son metas malas, pero son metas puramente humanas. Job termina entendiendo esto.

Es así que aprendemos, que una fe fuerte es la que nos lleva a servir a Dios y obedecerle cuando resulta muy difícil lograrlo; muy duro para confiar. Job se reconoce a sí mismo al final. Él se da cuenta que ha sido un ser humano víctima del auto engaño. Él creía haber tenido recursos para enfrentar cualquier cosa; recursos que en realidad no tenía. Esta es una de las grandes lecciones del libro.

Es después de toda esta jornada que Job está preparado para recibir el anillo. A Job lo desnudan de toda posibilidad de llevarse aunque sea un poquito de la gloria que le pertenece a Dios. Esa jornada concluye contemplando a Job mientras intercede por sus amigos. Estos amigos no lo habían tratado bien en su tragedia. En nuestra próxima reflexión abundaremos un poco más en los roles de estos.

 De oídas te había oído….  Job 42:5

 

Pastor Rector Mizraim Esquilín – Iglesia AMEC Casa de Alabanza

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[1] Charles R. Swindoll. 2004. “Job: a man of heroic endurance.” Nashville, Tennessee: W. Publishing Group.

[2] Derek W.H. Thomas. 2003. “Mining for wisdom; a 28 day devotional based on the book of Job.” Grand Rapids: EP Books.

 

 

Sopla el viento: nuestra identidad en Cristo es afirmada (Personajes bíblicos con anillos) #HeraldoDigital #Ameccda

La reflexión anterior nos permitió compartir algunas notas exegéticas acerca del libro del Profeta Hageo. Al final de esa reflexión vimos la palabra de esperanza que Dios puso sobre Zorobabel:

23 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos.  Hag 2:23

Allí también nos comprometimos a iniciar el análisis de modelos de personajes bíblicos a quienes Dios puso como anillos de sellar. Reiteramos que el análisis de estos modelos nos ayudará a desarrollar una mejor comprensión del libro de Hageo.

En la Biblia encontramos al menos cuatro (4) personajes cuyas vidas culminan con la otorgación de un anillo. Estos son:

  • José (Gn 41:37-45; autoridad para resolver problemas a largo plazo y los de su familia)
  • Job (Job 42:7-12; volver a ser familia)
  • Mardoqueo (Ester 8:1-10; autoridad para deshacer los planes del maligno y los de su nación)
  • El Hijo pródigo (Lcs 15:11-32; volver a pertenecer a la familia)

El caso de José

La saga de José (Gn 37:1- Gn 50:26) nos permite encontrar a un joven que comienza a ser procesado por Dios desde que tenía 17 años (Gn 37:2). Es desde la adolescencia de José que el Señor decide comenzar a preparar a un hombre al que va a usar para lidiar prospectivamente con los efectos de una hambruna mundial. Es desde la juventud temprana de José que el Todopoderoso decide comenzar a preparar a su siervo para que sea un instrumento vital en la transformación de la familia de Jacob en la nación de Israel.

La Biblia nos enseña que José tenía 30 años (Gn 41:46) cuando todos estos llamados y ministerios comenzaron a materializarse. Es en esa edad que José recibe el anillo del Faraón (Gn 41:42-44) para ser el segundo en todo el imperio egipcio. Ese anillo le confería una autoridad especial a sus palabras (Gn 41:40).

Esa autoridad fue usada por Dios para multiplicar las riquezas del faraón, evitar una tragedia mundial provocada por la escasez de alimentos, al mismo tiempo que serviría para reconciliar a su familia y la devolvería a la ruta diseñada por Dios para convertirla en el pueblo de Israel.

El camino por el que Dios hizo transitar a José incluyó ser rechazado y agredido por sus hermanos y hasta ser vendido como esclavo por ellos. Ese camino incluyó ver a su papá, quien sabía que había tensión en las relaciones de José con sus otros hermanos, exponer a José a la posibilidad de tener que enfrentar desenlaces violentos con estos (Gn 37:13-14). Esta exposición surgió después de que Jacob recriminara a José luego de haber escuchado un sueño que el muchacho había tenido (Gn 37:9-11).

Ese camino incluyó la necesidad de aprender un idioma y una cultura extranjera y hacerlo tan bien que sus hermanos no pudieran ser capaces de identificarle cuando se encontraron un poco más de 20 años más tarde (Gn 41:53-54; 42:3-8). Ese camino incluyó ir preso por negarse a ser preso de pasiones deshonestas, de deshonrar al Señor y mancillar el honor de la casa de su amo (Gn 39:7-20). Ese camino incluyó ser olvidado por aquellos a quienes había ayudado estando en prisión (Gn 40:20-23).

La saga de José nos relata los procesos diseñados por Dios para desarrollar el carácter de un siervo a quien el Señor estaba afinando para desarrollar una tarea con alcances mundiales. Este siervo debía aprender algunas cosas en el camino, antes de estar preparado para recibir el anillo que le dio Faraón.

Una de ellas tiene que ver con el proceso del arrepentimiento y el perdón. Hay un concepto hebreo que se usa para describir este proceso:“teshuva.” Este concepto es extra-bíblico, lo que quiere decir que no se encuentra en la Biblia. Sin embargo, aparece en la literatura hebrea desde antes del exilio babilónico (siglo sexto A.C.). El mismo posee varios componentes que deben ser analizados con detenimiento.[1] Muchos creen que “teshuva” tan solo trata con el proceso de regresar a Dios. Es mucho más que eso. Es tan complejo que en algunas ocasiones es utilizado para describir los documentos con los que se instruye a la comunidad de fe judía en su acercamiento y comportamiento con personas discapacitadas.[2]

He aquí una definición del concepto:

Rabbi Plaut also explains that after the destruction of the Temple, Yom Kippur continued to be actively observed. Individuals could experience atonement through teshuva (often defined as repentance), prayer, and charity. Teshuva, when it becomes this kind of personal process, is often considered more of a return to God. In this manner, atonement becomes more real to us as individuals. We spend the time on introspection and honestly try to follow ritual as laid out for us. We make amends to those we have hurt and take responsibility for our transgressions. We say our sins aloud and ask God for forgiveness. This process aids in restoring our relationships with the others around us as well as with God. [3]

Es Sir Jonathan Sacks, Chief Rabbi de la Mancomunidad Británica quien define este concepto de la manera más sencilla que hemos visto. El Dr. Sacks expone que “teshuva” es el llamado que más escucha Israel en la boca de los profetas. Añade Sacks que fue a conseguir esto a lo que Jonás fue enviado a Nínive. Para Sacks, así como para otros gigantes como Maimónides, el “teshuva” posee tres (3) elementos claves; el primero es la confesión y el reconocimiento de que hemos pecado y hecho lo malo ante los ojos de Dios. El segundo elemento es el compromiso a no repetir la ofensa (Isa 55:7). El tercer elemento revela la condición de arrepentimiento completo. Este ocurre cuando aparece la oportunidad de repetir la ofensa que cometimos una vez, que somos capaces de repetirla, pero que nos abstenemos de hacerlo, no por temor ni por valor, sino porque estamos verdaderamente arrepentidos de lo que hicimos.[4] Es por esto que el Salmo 51 es llamado por los judíos “Perek teshuva.

José parece conocer esto. Cuando sus hermanos llegan a Egipto para comprar alimentos, él ya había decidido perdonar y olvidar (Gn 41:50-52). Es la única manera en que podemos servir al Señor y a los demás sin contaminar la santidad del llamado que se nos ha extendido. José tenía que comprobar si sus hermanos habían experimentado los mismos procesos.

Para conocer acerca de esto, José decide ensamblar un proceso con el que podía conocer si esto había ocurrido. Sacks señala que la experiencia de ponerles en la cárcel durante tres (3) días y presionarles para que enviaran a uno para que trajera a Benjamín, tenía ese propósito. Esto es, saber si el primer elemento del “teshuva” se había cumplido (Gn 42: 15-20). El resultado fue monumental. Los hermanos de José manifestaron su arrepentimiento por el crimen que habían cometido contra él hacía más de 20 años (Gn 42:21-23). Es por esto que José se aparta y llora.

El proceso que ensambla José posee además la experiencia para comprobar si el segundo elemento del “teshuva” había sido abrazado por sus hermanos (el compromiso a no repetir la ofensa). José decide retener a Simeón para ver si están comprometidos a no repetir con Simeón lo que hicieron con él.  Es muy cierto que José no tendría el control del tiempo y el espacio de lo que ocurriría después, pero tenía que arriesgarse. Si sus hermanos habían abrazado el “teshuva”, harían lo indecible por rescatar a su hermano Simeón. Si no la habían hecho, no titubearían en repetir lo que habían hecho con él.

Los hermanos de José regresan a su tierra y hablan con su padre Jacob. Este decide no acceder a la petición de sus hijos, optando por sacrificar a Simeón a cambio de proteger a Benjamín (Gn 42:29-38).  Es entonces que llega un elemento o un factor que convence al más fuerte: se acabó la comida y llegó el hambre (Gn 43:1-15). El hambre puede disuadir al ser humano más orgulloso.

Sacks concluye que el proceso para la comprobación del tercer elemento del “teshuva” que José ensambla es simplemente genial. José recibe a sus hermanos y para sorpresa suya los sienta en orden de nacimiento (Gn 43:16-32). José hace algo más; ordena que a Benjamín se le sirva cinco (5) veces más que a sus otros hermanos. ¿Cuál fue el propósito de esta acción? Sacks señala que no se puede olvidar que fueron los celos y la envidia los que llevaron a los hermanos de José a vejar y vapulear a su hermano. Si ellos no están comprometidos con el arrepentimiento, no pensarían mucho para decidir abandonar a Benjamín en Egipto (Gn 44:1-34). Si el “teshuva” era genuino ellos harían lo indecible para salvarlo. Esto último fue lo que aconteció (Gn 45:1-15).

¿En dónde aprendió José estos elementos del “teshuva”?  Definitivamente entre los 17 y los 30 años de edad. O sea, en los años en que era procesado para ser afinado y afirmado como un siervo de Dios que podía recibir la autoridad de un anillo.

José debía conocer las tradiciones verbales de su pueblo. Estas fueron luego bosquejadas por Moisés y editadas en su versión final durante el exilio babilónico como la Torah o el Pentateuco (los primeros cinco (5) libros del Antiguo Testamento). En esa tradición se recoge que el Génesis de la humanidad puede ser reinterpretado a la luz de los conflictos en la familia; especialmente entre hermanos.

Esta tesis también es del Rabino Sacks. [5]

En su análisis Sacks explica que el libro de Génesis puede ser analizado a base de los conflictos entre hermanos. La historia de los primeros dos (2), Caín y Abel, terminó con el derramamiento de sangre (Gn 4). La historia de Isaac e Ismael concluyó con una separación dolorosa que solo fue interrumpida por el evento de sepultar los restos de su padre Abraham (Gn 25:7-10). La historia de Jacob y Esaú estuvo matizada por intrigas, trampas, odio, miedo y dolor. Es cierto que esta historia concluyó con reconciliación, pero los hermanos mantuvieron sus distancias (Gn 27- Gn 33). La historia de José tenía que terminar de otra manera. No bastaría el arrepentimiento y pedir perdón. José tenía que conseguir la reconciliación entre ellos y restaurar la capacidad de volver a ser una familia. Sin este paso no se podría experimentar la transformación de la familia, el clan de Jacob en la nación de Israel.

Es obvio que el anillo que Dios le da a José posee entonces una autoridad mucho más grande que la que le impone el Faraón. El rey de Egipto tiene en mente la conducción de un imperio en medio de días de mucha abundancia así como en los días de escasez. El Todopoderoso tiene en mente el desarrollo de un pueblo que sería su especial tesoro sobre todos los pueblos de la tierra (Exo 19:6). El Dios de los cielos Rey de reyes tiene en sus planes el desarrollo de un pueblo en el que Él se encarnaría y nacería para revelar así su amor inefable y su misericordia incomparable.

Los planes que Dios tiene con sus hijos incluyen convertirlos en anillo de sellar (Hag 2:23). Los procesos por los que nos hace atravesar para conseguir esta transformación siempre traen consigo grandes retos. Uno de ellos son los procesos de aprendizajes. Otros son los procesos para deconstruir y construir los fundamentos humanos sobre los que operamos. Luego de esto llegan la revelación por partes de lo que Él quiere hacer a través de nosotros. Esto es, luego de revelar lo que quiere hacer en nosotros.

Es aquí en donde reposa la autoridad que Dios ha concedido en ese anillo.

 

Pastor Rector Mizraim Esquilín – Iglesia AMEC Casa de Alabanza

 

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[1] Adjunto algunas fuentes electrónicas responsables que pueden ser consultadas:

https://www.thoughtco.com/what-is-teshuvah-2076801

http://www.koshertorah.com/PDF/teshuva806.pdf

http://www.hebrew4christians.com/Meditations/Teshuvah/teshuvah.html

[2] https://www.rabbinicalassembly.org/teshuvot

Haz clic para acceder a Status%20of%20the%20Heresh6.2011.pdf

[3] Rituals for the Day of Atonement: A D’var Torah on Parashat Acharei Mot (Lev. 16:1-18:30) By Ellen Soler

[4] Sacks, Rabbi Sir Jonathan. Exodus: The Book of Redemption (Covenant & Conversation) (Loc 5128).   Kindle Edition

[5] ibid

 

 

Visión de vida #NotasdelPastorMJ #Ameccda

¿Qué vas a ser cuando seas grande? Esa era la pregunta que a menudo nos hacían cuando éramos pequeños, para provocar conversación acerca de nuestros intereses vocacionales y/o profesionales. Casi siempre la respuesta a esa pregunta estaba dirigida a profesiones de alta visibilidad tales como doctor, policía, maestro o bombero. Pero lo cierto es que esa respuesta denotaba cuales eran nuestras aspiraciones y en qué nos queríamos convertir una vez llegáramos a la adultez. Escribo acerca de esto como una analogía, pues ese es precisamente el concepto detrás de lo que se conoce como Visión.

Un enunciado de Visión (en ingles sería: a visión statement) representa aquello a lo cual aspira a convertirse una empresa, organización, entidad o individuo. Por lo tanto, un enunciado de Visión se convierte en la referencia a seguir cuando se trata de cumplir con nuestras aspiraciones. Eso aplica de igual forma a nuestra vida espiritual. En la Biblia hay un verso que señala cual debe ser la visión de todo creyente; en otras palabras, demarca aquello a lo cual debemos aspirar.

El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.   Salmos 40:8

El salmista definió de una manera bien clara cuáles eran sus aspiraciones; cual era su visión de vida. El quería convertirse en una persona a la cual le agradara hacer la voluntad del Padre. Tener esa Visión como un enunciado, como referencia para nuestras aspiraciones, es algo poderoso. No se trata entonces de títulos y posiciones (que son útiles). Tampoco se tratan de metas humanas ni posesiones (que son muy buenas). Sino que se trata de aspirar a hacer la voluntad de Dios, con gozo en el corazón. No se trata de hacernos visibles a nosotros mismos, sino hacer visible a aquel que nos llamó, haciendo aquello que mas gloria le dé y aquello que mas bendición traiga al pueblo. Decir esto suena sencillo, pero no lo es.

No siempre Dios nos va a mover a hacer aquello que cumple con nuestras preferencias. En ocasiones tendremos que caminar aun en contra de nuestra voluntad para poder proseguir en la senda de la voluntad del Padre. Pero cuando encontramos deleite en esa voluntad entonces se abren las puertas de los cielos sobre nosotros. Dios comienza a mostrarnos el panorama y comenzamos a descubrir que aquello que Dios desea para nosotros, siempre será mejor que lo que nosotros entendemos que debe suceder.

En cada decisión que debas tomar usa como referencia la Visión del salmista. Haz tuya esa Visión de vida. Que tus aspiraciones estén siempre centradas en hacer la voluntad del Padre, con gozo en el corazón. Teniendo esta Visión de vida, habrá bendición abundante para ti.

 

Pastor Mizraim Esquilín Carrero – #PastorMJ

 

 

Entrega tu camino a Dios #NotasdelPastorMJ #Ameccda

Viajaba al interior de la isla junto a mi familia para unos días de descanso. El viaje tomó poco más de dos horas a través de carreteras en la montaña con unos paisajes extraordinarios. El tiempo del trayecto no es nada inusual cuando se trata de viajar a esa zona de la isla, pero fue lo suficiente para despertar el espíritu inquieto que hay en mis dos hijos. “Papá; ¿cuándo vamos a llegar? “, preguntaban una y otra vez. De repente sentí la necesidad de intervenir y les dije las siguientes palabras: “Chicos, el propósito del viaje es estar juntos. No es tan importante el destino, sino el camino. Vamos de paseo, así que, disfruten el camino”. ¡Oh verdad divina encerrada en una respuesta ordinaria e inofensiva! Lo próximo que pasó es que me vino a la memoria un texto de la Palabra que había estado leyendo en esos días.

Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.  Salmo 37:5

El salmista, inspirado por el Espíritu Santo escribió que había que encomendar (comprometer) nuestros caminos a Dios. El no escribió acerca del destino, sino del trayecto. Para Dios no es tan importante el destino, pues El ha prometido que va a estar con nosotros todos los días, hasta el fin de las cosas. El sabe que vamos a llegar (y nosotros debemos estar confiados de que será así). Pero nos toca a nosotros comprometer el trayecto entre nuestra condición actual y el cumplimiento de la promesa.

Son muchas las ocasiones en que pensamos que vamos a desmayar y que sería mejor “abandonar el barco”, saliéndonos de la voluntad de Dios para nuestras vidas. Pero Dios, que siempre conoce mejor que tu y que yo, nos recuerda que el propósito de “este viaje” es desarrollar una relación de intimidad junto a El. No se trata de llegar a nuestro destino en la vida, sino de disfrutar el camino; encomendándolo a Dios. La Biblia promete que aquellos que adoptan esa perspectiva reciben una bendición extraordinaria. Si le entregas tu camino al Señor y si depositas toda tu confianza en El, prepárate para ser testigo de su operación.

El final de la historia del paseo familiar puede ser resumido en una oración. Llegamos (literalmente) a la cima de la montaña, pero más importante, fuimos transformados en el camino. Te invito a no caer en la tentación de poner tu mirada solo en el destino. Que tu corazón halle contentamiento en el trayecto. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.

 

Pastor Mizraim Esquilín Carrero – #PastorMJ

 

Sopla el viento: nuestra identidad en Cristo es afirmada (El modelo de Hageo) Parte I #HeraldoDigital #Ameccda

Hoy comenzamos una nueva serie de reflexiones. Las anteriores nos permitieron analizar algunos de “los fuegos que usa Dios” para refinar esa nueva identidad que tenemos en Cristo Jesús (2 Cor 5:17). En esta nueva serie analizaremos cómo se afirma esta identidad en las Sagradas Escrituras. El libro del profeta Hageo nos servirá como eje central para el análisis y la discusión de los temas pertinentes a la afirmación de nuestra identidad en nuestro Salvador y Señor.

¿Por qué el libro de Hageo? Este libro parece haber sido escrito para este momento histórico que vivimos como País. Cualquier estudiante de la Palabra de Dios llegará a esa conclusión con tan solo considerar los elementos básicos de la exégesis de este libro.

Tal y como dice el Comentario bı́blico mundo hispano acerca de este libro, “constituye un gran alivio, a la hora de afrontar la tarea de hacer el análisis de cualquier libro de la Biblia, poder ubicarlo con exactitud en la historia y la cronología de la revelación divina”. [1] Esto es así porque el Hageo 1:1 nos deja saber que su profecía se desarrolla durante el segundo año del reinado de Darío el grande; específicamente en el primer día del sexto mes de su reinado. El libro nos deja saber que su última profecía escrita ocurre el día 24 del mes noveno del mismo reinado (Hag 2:10, 18, 20). Esta información nos permite ir a los calendarios judíos, persas y babilónicos para saber que estamos recibiendo unos mensajes proféticos que ocurren entre Agosto y Diciembre del año 520 AC (antes de la era cristiana).[2]

¿En dónde reside la importancia de todos estos datos? La importancia estriba en que Hageo estaba profetizando en la misma época en la que el pueblo judío atraviesa por un período de bancarrota espiritual, económica y social. Ese pueblo estaba cautivo bajo la bota de un poder imperial y había perdido todo aquello que le adscribía identidad como país.  Además, ese pueblo sabía que estaba sufriendo los embates de todo esto debido a su mal comportamiento, por la ausencia de fidelidad a Dios y su pobre mayordomía de todo aquello que es vital para una nación. ¿Se parece esto a nuestra situación actual como País?

Hageo forma parte del trío de profetas pos-exílicos. Hageo, Zacarías y Malaquías fueron profetas que fueron llamados a hablarle al pueblo en nombre del Señor en medio del final del exilio que sufría el pueblo de Dios. En otras palabras, Hageo forma parte de unos instrumentos separados por Dios para que el País pudiera escuchar la voz de Dios y percatarse que Él nunca deja de hablarnos, nunca nos abandona.

El análisis del trasfondo histórico de este libro nos permite encontrar el ambiente en el que se desarrolla el libro de Hageo. El pueblo de Judá fue llevado cautivo a Babilonia por Nabucodonosor en varias deportaciones entre el 598 A.C. y el 582 A.C. 2 Rey 24:12-16; 25:8-21; Jer 39:8-10; 40:7; 52:12-34). El imperio Babilónico fue conquistado por Ciro, el rey Persa 59 años más tarde, en el 539 A.C. Las políticas de Ciro eran muy distintas a las de los reyes Babilónicos. De hecho, eran tan distintas que en el primer año de esa conquista (538 A.C.), Ciro le dio permiso a algunos judíos para que regresaran a Judea si así lo deseaban (Esdras 1).

Ese primer grupo llegó a Judea bajo la dirección de un gobernador judío llamado Zorobabel. Este hombre era el nieto del rey Joaquín, rey que fue llevado cautivo a Babilonia en la primera deportación. La tradición nos deja saber que Hageo iba en ese grupo. Algunos historiadores creen que él era un joven que acompañaba a sus padres. Otros historiadores creen que Hageo era un anciano de cerca de 80 años que recibía la oportunidad de regresar a la tierra santa, la tierra que lo vio nacer. Aquellos que opinan esto último acuden a las citas bíblicas en las que aparece su nombre antes del profeta Zacarías (Esd 5:1; 6:14).

Sé que algunos lectores necesitan que contextualicemos estos datos para poder comprender su significado. Hageo vive una experiencia similar a la que tendría cualquier ser humano que se haya visto forzado a abandonar su tierra y que hubiera acabado de regresar a esta después de muchas décadas de exilio; viendo su País hecho pedazos.

Hageo encontró un país en ruinas y chocó con la actitud pesimista de los que habían quedado allí. Con toda probabilidad, esa actitud infectó el alma y la mente de los cautivos que regresaban a Jerusalén. Lo sabemos porque Esdras llega con otro grupo de repatriados entre el 459-457 A.C. y encontró un ambiente luctuoso entre los residentes de la ciudad santa. Nehemías comienza a reconstruir la ciudad de Jerusalén 11 años después (446 A.C.) y observó la misma actitud. El pesimismo es muy contagioso, particularmente cuando no se ven alternativas en el horizonte.

y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. 3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. 4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.  Neh 1:2-4

Es en ese ambiente de luto que Dios ordena a Hageo a que profetice. Es muy probable que el recuerdo que él había guardado de Jerusalén era la de la ciudad con el templo esplendoroso que había edificado Salomón. Ahora regresaba a una ciudad y a un país en ruinas y Dios lo estaba convocando a instruir al pueblo a mirar sus circunstancias con la óptica celestial. Para que esto pudiera ser posible hacía falta que la Palabra de Dios desarrollara un procedimiento oftalmológico en los hijos y las hijas de este pueblo. Hageo fue llamado a declarar esa palabra.

La palabra profética de Hageo no se circunscribe a su contexto. Este profeta recibe instrucciones de señalarle al pueblo que la reconstrucción de la ciudad y la del templo tenía que ser desarrollada con la óptica de la llegada del Deseado de las naciones (Hag 2:7). Esto es, la llegada en gloria del Rey de reyes y Señor de señores. Es en ese contexto que la casa de Dios se llenaría de gloria y que la gloria postrera de esa casa sería mayor que la primera (Hag 2:9). Aquellos que se preguntaban de dónde habría de salir la riqueza necesaria para construir en un país en ruina recibieron una respuesta de Dios en los labios de Hageo:

8 Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. Hageo 2:8

Era mucho dinero el que se necesitaba para reconstruir ese templo. Los babilónicos lo habían destruido en el 586 A.C. Pero Dios estaba diciendo que pusieran su fe en acción, que lo retaran en esto (Mal 3:10). Dios había prometido la provisión y el pueblo que puso su confianza en Dios pudo ver el cumplimiento de esa promesa.

El libro de Hageo puede ser analizado utilizando la siguiente estructura:[3]

Profecía Fecha Equivalente Cita
1a Día 1, sexto mes Ag. – Sep. (Elle) 1:1–15
2a Día 21, séptimo mes Sep. – Oct. (Tisri) 2:1–9
3a Día 24, noveno mes Nov. – Dic. (Quislev) 2:10–19
4a Día 24, noveno mes Nov. – Dic. (Quislev) 2:20–23

No sabemos mucho acerca de los datos biográficos de Hageo. Muchos piensan que formaba parte del cuerpo de sacerdotes de Judá. Hageo, cuyo nombre significa “festivo” debe haber muerto sin haber visto el cumplimiento de sus profecías.

Tim Shenton afirma que el libro de Hageo reprende las excusas que se levantan para justificar la apatía en medio de las malas noticias que recibimos como pueblo. Además, dice que el profeta critica a aquellos que se mantienen ciegos ante lo que sin duda alguna es un juicio de Dios. Claro está, formulando que todo juicio divino viene acompañado de una propuesta de restauración y reconstrucción. Shenton también afirma que Hageo le habla a todos aquellos cuyo desaliento les empuja a la infidelidad, aquellos que están descorazonados ante la bancarrota de la nación. [4]

El mensaje de Hageo es uno de admonición a los que toman los ambientes de dolor y de fracaso como una excusa para abandonar la fe. Su mensaje es uno de consuelo y esperanza para aquellos que están desconsolados ante el futuro sombrío de un país que ha fracasado. Es uno de aliento para aquellos que se sostienen en obediencia agarrados a las promesas que Dios ha hecho cuando tienen ante sí un horizonte incierto y si alternativas. Es como si Hageo estuviera parafraseando uno de los pensamientos paulinos:

13 Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo. 2 Tim 2:13

Es en estos ambientes que Dios decide afirmar la identidad de su pueblo. Los procesos divinos conducen a este resultado. Salimos de ellos pulidos, refinados y afirmados.

Las aseveraciones finales que encontramos en el libro de Hageo confirman todo esto:

23 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos. Hageo 2:23

Leamos lo que dice uno de los comentarios acerca del significado de esta frase:

El anillo de sellar que cita este texto es clave para encuadrar la figura y el papel de Zorobabel en el entramado de los eventos futuros. En ese mismo día se le pondrá como “anillo de sellar”. El anillo o sello de una persona era usado como la firma de uno mismo, validando así el contenido de un escrito (1 Rey. 21:8; Est. 3:10; 8:8). Lo que firma el rey no puede ser revocado. Dios, en figura, le asegura a Zorobabel que él será como anillo de sellar. En Jeremías 22:24, 30 se había profetizado al abuelo de Zorobabel, Jeconías (o Joaquín), que sería arrancado como un anillo, y que “ninguno de su descendencia se sentaría en el trono de David, ni reinaría sobre Judá”. Sin embargo, Mateo incluye a Zorobabel en su genealogía (Mat. 1:12). [5]

En nuestra próxima reflexión comenzaremos a analizar modelos de personajes bíblicos a quienes Dios puso como anillos de sellar. El análisis de estos modelos nos ayudará a desarrollar una mejor comprensión del libro de Hageo.

 

Pastor Rector Mizraim Esquilín – Iglesia AMEC Casa de Alabanza

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[1] Connerly, R., Gómez C., A., Light, G., Martínez, J. F., Martínez, M., Morales, E., … Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. . with Bryan, J., Byrd, H., & Caruachın, C., Carroll R. and M. Daniel. (2003). Comentario bıblico mundo hispano Oseas–Malaquıas (1. ed., pp. 292–293). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.

[2] Clark, D. J., & Hatton, H. A. (2002). A handbook on Haggai (pp. 1–2). New York: United Bible Societies.

[3] Connerly, R., Gómez C., A., Light, G., Martínez, J. F., Martínez, M., Morales, E., … Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. . with Bryan, J., Byrd, H., & Caruachın, C., Carroll R. and M. Daniel. (2003). Comentario bíblico mundo hispano Oseas–Malaquías (1. ed., pp. 292–293). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.

[4] Shenton, T. (2007). Haggai: an expositional commentary (pp. 1–67). Leominster, UK: Day One.

[5] Connerly, R., Gómez C., A., Light, G., Martínez, J. F., Martínez, M., Morales, E., … Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. . with Bryan, J., Byrd, H., & Caruachın, C., Carroll R. and M. Daniel. (2003). Comentario bíblico mundo hispano Oseas–Malaquías (1. ed., pp. 292–293). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.

 

 

 

Milagros cotidianos #NotasdelPastorMJ #Ameccda

¡Se perdieron mis lentes! Me habían dicho que en una mudanza suelen perderse cosas, pero nunca pensé que en el proceso de mudarme con mi familia esos lentes iban a ser parte de los objetos extraviados. Esos lentes (mis favoritos por cierto) los compré con un descuento especial, producto de un beneficio de examen médico de mi trabajo. Los usaba esporádicamente pero en días recientes comencé a darme cuenta que el par de lentes que usaba para diario ya necesitaba un reemplazo. Iba a ser una triste historia tener que invertir en unos lentes nuevos cuando ya tenía otros, solo que no los encontraba.

Al lado de situaciones de carácter crítico esto puede parecer algo insignificante y hasta cotidiano pero de repente pensé; quizás debo darle una oportunidad a Dios para que me ayude con este asunto. Después de todo, me hacen falta esos lentes extraviados. Decidí hacer la siguiente oración: “Señor, muéstrame en dónde puedo encontrar mis lentes extraviados”. No sucedió nada al momento. No hubo destellos en el cielo ni sucesos sobrenaturales o extraordinarios, así que decidí dar por perdidos aquellos lentes.

Días más tarde, me vuelve el pensamiento insistente de poder encontrar aquellos lentes extraviados. Había buscado por todas partes pero en ese instante se me ocurrió sacar todas las gavetas de una mesa de noche en donde solía guardar los lentes perdidos. Detrás de una de aquellas gavetas encontré eso que tanto estaba buscando. ¡Fantástica idea que se me hubiera ocurrido buscar en ese lugar! De repente sentí en mi corazón que no tenía que sorprenderme por esto. Eso que yo pensaba que había sido una idea extraordinaria de mi parte, realmente fue la contestación a mi oración. ¿Casualidades de la vida o una señal de lo extraordinario de Dios? Estoy convencido que no fue una casualidad. Dios me mostró en donde estaban los lentes extraviados.

En muchas ocasiones nos perdemos de disfrutar muchos testimonios de la mano de Dios, simplemente porque Dios se manifiesta en medio de lo cotidiano, y aún en medio de lo que parece insignificante. Pero son incontables las veces que Dios ha obrado de forma extraordinaria a favor nuestro y al ver el panorama con los ojos de la Fé podemos ser testigos de muchos milagros.

Esa provisión que aparece de repente, el resultado médico satisfactorio, la paz repentina en medio de una situación difícil, las ideas que vienen de pronto para solucionar una situación; todos esos eventos pueden parecer rutinarios o cotidianos. Para aquellos que no conocen al Señor podrían ser simples casualidades. Pero para nosotros que confiamos en el Señor son eventos que vienen directamente de su mano. Trae a tu memoria cuantas cosas han obrado a tu favor, en eventos rutinarios, en medio de lo cotidiano, en el día a día. Ahora, míralo con los ojos de la Fé y descubrirás cuantos milagros has recibido del cielo.

Ayúdame, Jehová Dios mío; Sálvame conforme a tu misericordia. Y entiendan que esta es tu mano; Que tú, Jehová, has hecho esto. Salmo 109:26-27

 

Pastor Mizraim Esquilín Carrero – #PastorMJ

 

Sopla el viento: nuestra identidad en Cristo es refinada (XIV) #HeraldoDigital #Ameccda

Las reflexiones anteriores nos han permitido analizar algunos de “los fuegos que usa Dios” para refinar esa nueva identidad que tenemos en Cristo Jesús (2 Cor 5:17). No podemos olvidar que hemos sido llamados en Cristo Jesús para ser transformados. Sí, hemos sido llamados para entre otras cosas ser “…linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Ped 2:9).

En esta reflexión analizaremos uno (1) de esos fuegos, las pruebas. Reiteramos que la realización de estos análisis se ha facilitado gracias al capítulo cinco (5) del libro “El Despertar de la Adoración.” En ese capítulo se describen seis (6) de los fuegos que Dios utiliza para refinar la vasija que Él ha formado con sus manos.[1]

“Hasta aquí hemos sido confrontados con el fuego de la presencia divina, el que quema demostrando la grandeza de Dios. Hemos visto el fuego que quema mediante los juicios de Dios; el fuego que quema mediante la evaluación, la adjudicación y la misericordia divina. Hemos visto el fuego del celo de Dios; fuego que quema mediante el compromiso de no compartir con nada ni nadie el lugar de Dios, el lugar de su iglesia y el de su Palabra. Hemos visto el fuego del amor de Dios. Aquél que quema mediante el convencimiento de que sin que lo merezcamos, el Creador de todo el Universo, haya podido dejar Su trono de gloria para demostrarnos su amor. Hemos contemplado el fuego de la Palabra de Vida. Queda un fuego en el tintero bíblico, el de las pruebas.

El último de los hornos divinos es explicado por Pablo y Pedro de manera magistral. El primero ha dicho que todas nuestras obras se harán manifiestas y declaradas por el fuego (1 Corintios 3:13). El segundo ha dicho que nuestra fe debe ser probada como el oro, por el fuego para que el testimonio de ella  consista en ser hallada en alabanza, gloria y honra cuando Jesucristo sea manifestado (1 Pedro 1:7).

Un anciano de la iglesia que pastoreo me ha dicho algo que quiero compartir. «Es mejor ser quemados por Dios con su fuego que construye, que ser quemados por Dios con su fuego que destruye.» La experiencia de este siervo de Dios no ha sido de balde.

La experiencia de todos aquellos que han pasado por esta llama es una de crecimiento. Retratémonos en la experiencia de los jóvenes hebreos de Daniel 3:1-30. No debe quedar duda de esto, su prioridad inicial debe haber incluido como agenda salvar la vida. Esto se desprende del estilo del relato. Luego, a medida que el horno se hacía inevitable, la salvación física perdió preponderancia y toda la agenda se volcó en testificar que Dios es Dios salve o no salve. El testimonio final es que Dios no evitó el horno, pero fue al horno con ellos. Este es el mensaje más grande de esta jornada. Aunque pasemos por el fuego o por el agua El estará con nosotros. ¡Alabado sea su nombre!

Volvamos a la fe testificando como expresión de alabanza, gloria y honra para nuestro Señor y Salvador. Estoy consciente que quizás sea este el más «antipático» de los fuegos del horno de Dios. Pero definitivamente es el que más alabanzas, cánticos espirituales y adoración produce. Sé que a veces nos parecerá estar en el mismo infierno, pero recordemos que parezca lo que parezca, Dios ha prometido estar con nosotros. Ninguna otra experiencia arrancará alabanzas y nos acercará al sentido correcto de lo que es la adoración como el fuego de la prueba.

En abril de 1981 mi esposa Edith dio a luz nuestro segundo bebé. Una hermosa niña de ojos brillantes y mirada profunda. A las 40 horas de haber nacido un infierno se desató sobre ella y sobre nosotros. Una bacteria inmisericorde se había se alojado en sus meninges, haciendo que esta se inflamaran y dolieran de forma brutal y despiadada. En cuestión de horas la hidrocefalia (líquido que se retiene en la cabeza) alcanzaba más de 1 1/2 pulgadas. Neonatólogos (especialistas en recién nacidos), neurólogos pediátricos y otros especialistas de la medicina hacían todo lo posible por salvar esa criatura que no había vivido lo suficiente como para tener activo todo su sistema de defensas (inmunología).

Recuerdo que fue un viernes (10 de abril) que el neonatólogo se acercó a la habitación del hospital en la que convalecía mi esposa y me dijo que todo lo que se podía hacer había sido hecho; «ahora depende de Dios.» El mundo se nos vino encima. Eran nueve meses de espera por esta criatura. Nueve meses en que mi esposa decoró la habitación, bordó y tejió piezas de ropa bellísimas, hechas con el cariño único de la mano de «mamita». Nueve meses preparando al hijo mayor para que estuviese listo para recibir lo que ya sabíamos sería una hermanita. Respiré profundamente y entonces fui dirigido a unas facilidades clasificadas para el cuidado intensivo de niños.

Una «cajita de cristal» (incubadora) le servía de cunita a nuestra bebé. Catéteres, sondas, máquinas por doquier. Tener que vestirse con unas batas que sólo permitían los ojos al descubierto y poder tocarla sólo a través de unos guantes que luego había que desechar como quien toca una sustancia letal, con la gran diferencia de que era nuestra hija la que no podía ser bendecida con el toque directo de las manos de mamá y de papá. Recuerdo haberla tocado con ternura mientras oraba y le decía; «hija sostente firme, la ayuda viene de camino.» Pero, ¿de dónde? Los doctores no habían dejado alternativa alguna. La ayuda tendría que venir del cielo.

Sí, del cielo. De ese mismo sitio de dónde parecía venir ese infierno, o al menos le habían dado permiso para volcarse encima de nosotros. Sí, del cielo. De ese lugar que parecía haberse olvidado de nosotros. No le parecía suficiente que yo estuviese enfermo de muerte; ahora quería arrebatar mi hija «¿Acaso no eres Tú rico y Todopoderoso? ¿Para qué necesitas a mi hijita allá arriba si Tú lo tiene todo?» Por un instante pensé que sería un pecado reaccionar así. Más tarde descubrí que Dios espera esas reacciones que son muy naturales en cualquier ser humano. Ese «veneno» hay que exteriorizarlo y no permitir que se nos quede adentro. Entonces que sí puede convertirse en una herramienta en contra del plan de Dios. Lo que no sabía yo era el plan excelso que fraguaba Dios a través de ese fuego de prueba.

Mi esposa fue dada de alta esa mañana y ya en casa, oramos y lloramos juntos. Mientras la abrazaba recuerdo haberle dicho que Dios debía tener algún plan con todo esto. Esa noche me desvelé orando a Dios por la salud de esa recién nacida. Recordaba las palabras de mi padre al notificarle lo que estaba sucediendo; «hay que sostenerse firme, la ayuda de Dios viene de camino.»

Fue una noche larga, los pasillos de la casa se hacían eternos. Oraba y caminaba de un lado a otro de la casa y mientras lo hacía el retrato de aquella «cajita de cristal» seguía apareciendo en mi cabeza. Las paredes parecían querer cerrarse unas contra otras encima de mí. Si yo me sentía así, no podría imaginar cómo se sentiría mi esposa. Luego de un rato me postré en el suelo y pude llorar como solo Dios sabía que necesitaba hacerlo. Mientras lloraba muchas promesas de la Palabra comenzaban a salir por mis labios. Por momentos pensé que eran el producto de mi deseo de que Dios hiciera un milagro. Más tarde pude comprender que todo esto formaba parte del programa de Dios. Proceso divino para hacerme comprender que yo-adorador, debía aprender a depender enteramente de Él; aún a costa de mi vida o la vida de los míos. Las palabras de Job resonaron en mi corazón; «aunque Él me matare en El confiaré.»

Recordé a Jesús. Él también estuvo en «la prensa de aceite»; ese Getsemaní que solo queremos mirar a la distancia, pero Él no tenía razón alguna de sufrir ese dolor; no había en el pecado. En cambio yo, un pecador que depende de la misericordia divina.

Cuando comenzó a amanecer, un rayo de luz del sol comenzó a «azotar» mi rostro. Se colaba entre las hojas de una ventana. No sé por qué (aunque creo que sí sé) decidí dialogar con Dios mirando ese rayo que ahora daba en el frío suelo y recordando una de las preguntas que le hiciera Jehová a Job; Job 38:4-7.

¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra…..Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?

Le señalé al Señor que yo sabía muy bien que el astro-rey estaba cantando esa mañana. Que éste cantaba sin importarle lo que estuviese sucediendo debajo, encima o alrededor de él. Le pedí entonces que me permitiera cantar así, como canta el sol. Cantar con calor, con el corazón; sin pensar en lo que vendría después. Saber que Él me formó y en Él confiaré. Confiar que la vida es Él y eso es más que razón para alabarle. Aún el fin es principio en Él.

Al cabo de unos minutos estaba sentado frente a uno de los teclados diciendo que podía renunciar a la tristeza, pues Dios se había convertido en mi consuelo y mi gozo. En su presencia hallé consolación y el único tributo que podía rendirle a cambio era darle toda gloria y todo honor.

¡Cantaré como canta el sol, le diré que es Suyo mi amor.

Marcharé con el Corazón. Y en mi voz siempre habrá canción.

Es así privilegio que da al corazón, El cantar al Señor.

(Cantaré)

Salimos de ese horno de fuego sin olor a quemado en nuestras ropas. El Dios del cielo se manifestó con poder y gloria, descendió al horno de fuego. Y no sólo sanó completamente la niña (que ya es una señorita) y no le permitió defecto alguno, sino que me dio una canción. En el horno, la fe pequeña se convirtió en alabanza para Dios.

 

Pastor Rector Mizraim Esquilín – Iglesia AMEC Casa de Alabanza

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[1] Mizraim Esquilín, El Despertar de la Adoración, 1995, Miami, Editorial Caribe, pp.77-80.

 

 

El cielo es real #NotasdelPastorMJ #Ameccda

Una noche de enero de 1997 mis hermanos y yo regresábamos a casa luego de asistir a un concierto cristiano. Cuando entramos a nuestro hogar nuestros padres nos estaban esperando en la sala. Aquella noche nos reunieron para decirnos que mientras estuvimos en el concierto nuestra abuela materna había partido con el Señor. Era la primera vez que manejábamos una pérdida significativa tan cercana, pero aún en medio de aquel momento de dolor hubo un testimonio de la fidelidad del Señor.

Mi abuela materna era una persona con una picardía muy propia de ella, muy independiente y de un carácter férreo que combinaba muy bien con un trato dócil. En sus últimos años, producto de sus complicaciones con la diabetes sufrió varias amputaciones en sus dos piernas. Aparte de ser una limitación física, estos eventos fueron devastadores emocionalmente para ella. Su alegría por la vida se marchitó y aunque ya no quería seguir viviendo le tenía un gran temor a la muerte. Un día sufrió un percance en su salud y literalmente se murió en el hospital, solo para ser traída de vuelta mediante resucitación artificial. Pero este episodio marcó un cambio trascendental en su vida y marcó el inicio de un testimonio para todos en la familia. Cuando le dieron de alta del hospital comenzó a confirmarnos que se había muerto pero que había tenido una experiencia singular. Había estado en el cielo. Nos dijo que había caminado por unos jardines con unas flores de una hermosura y de un aroma que no podía describir. (Impresionante relato de alguien que aquí en la tierra ya no podía ambular). Nos contó que llegó a un lugar en donde se sentó y que vio a su amado salvador quien le dijo que aún no era su tiempo. Finalmente nos contó que ya no le tenía miedo a la muerte, que morirse era algo lindo, porque ella estaba segura para donde iba.

Lo que sucedió después fue todavía más impresionante. Mi abuela comenzó a preparar su propia despedida. Hizo los arreglos pertinentes en la funeraria y en el cementerio, escogiendo su panteón, su caja, su vestido y hasta los accesorios que había que ponerle cuando llegara el momento de su partida. Recuerdo una tarde que mientras compartía con ella comenzó a invitar a su funeral a todas las enfermeras que la atendían en el hogar de cuidado en donde pasó sus últimos días. Lo hizo con la alegría de alguien quien está invitando a otros a una gran fiesta. Luego se viró a mi y me dijo: “¿Crees que la gente vaya a ir a mi funeral?” En broma le contesté “Claro que si abuela, tu misma vas a ver que si”. Con su picardía de siempre me miró y juntos nos reímos un rato.

Definitivamente algo había cambiado en mi abuela y ese algo era que había tenido un encuentro con la presencia de Dios. Aquella noche de enero de 1997 entre lágrimas por la noticia de su partida sonreíamos porque era el cierre de un testimonio glorioso. Dios había transformado su vida y aquella noche le llamó a su presencia.

Esta experiencia con mi abuela me hizo comprender que el cielo es real y que la presencia misma de Dios puede transformar cualquier corazón sumido en la tristeza y aún sumido en la misma noticia de la muerte. La muerte no es palabra final para aquellos que tienen su salvación en Cristo. Las luchas y afanes de este mundo nunca podrán quitar la esperanza de gloria que aguarda a aquellos que aman a Jesús.

Esa misma esperanza la tenemos todos, no importando nuestras luchas actuales. Podemos vivir con esperanza, no importando nuestras circunstancias. Dios puede gestar cualquier milagro que necesites en este tiempo. Pero el milagro más grande de todos ya está hecho: El cielo es real y el final de nuestra historia está escrito en el cielo.

Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.  2 Corintios 5:1

Pastor Mizraim Esquilín Carrero – #PastorMJ

 

Sopla el viento: nuestra identidad en Cristo es refinada (XIII) #HeraldoDigital #Ameccda

Las reflexiones anteriores nos han permitido analizar algunos de “los fuegos que usa Dios” para refinar la nueva identidad que tenemos en Cristo Jesús (2 Cor 5:17). Hemos analizado estos métodos sabiendo que forman parte de lo que Dios usa para producir en nosotros lo que Don Samuel R. Quiñones llamó “la convicción de ser.”

En reflexiones anteriores hemos analizado la Presencia de Dios, sus juicios, su celo y su amor.  En esta reflexión analizaremos uno (1) de esos fuegos, las Sagradas Escrituras. Reiteramos que la realización de estos análisis se ha facilitado gracias al capítulo cinco (5) del libro “El Despertar de la Adoración.” En ese capítulo se describen seis (6) de los fuegos que Dios utiliza para refinar la vasija que Él ha formado con sus manos. [1].

“Un fuego de los hornos de Dios y que es usado constantemente por su efectividad, lo es la Sagrada Escritura. Es emocionante saber que cada vez que tomo la Biblia en mis manos, estoy abriendo espacio para los fuegos del cielo. Cada vez leo, estudio o reflexiono sobre la Palabra de Dios, soy colocado en uno de los procesos de refinación más efectivos de los que señala la misma Escritura. En el libro del profeta Jeremías y en el capítulo 23 y verso 29 nos dice así;

¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová y como martillo que quebranta la piedra?

Es curioso el hecho de que la versión bíblica del Antiguo Testamento y que ha sido autorizada por el pueblo judío para ser leída en inglés, Tanakh, no refiere este verso como una pregunta y sí como una aseveración y exclamación.

Este fuego de Dios merece ser discutido con mucha delicadeza, pues estoy convencido que lecturas como estas (Jeremías 23:29), han sido mal utilizadas; especialmente en nuestra generación. A esta se les ha otorgado la licencia para patrocinar atropellos y sancionar violaciones a la cordura ética y espiritual del creyente.

Ni este fuego, ni ningún otro, podrá validar el que se pisotee la autoestima del creyente. Tampoco han sido provistos por la mano de Dios para obligar el patrocinio de conductas enfermizas y deshumanizantes. Este fuego está diseñado para quemarnos mediante el ejercicio de dejarnos conocer el plan de Dios para con la humanidad, hacia dónde se dirige El y todo aquello que es necesario hacer y vivir para llegar hasta allí. Me parece que son las palabras de Wolfhart Pannenberg, excelente teólogo alemán, unas de las más sucintas para describir lo que aquí se expone;

Si Dios no fuera el creador, su voluntad no podría imponerse en el mundo más que a base de puros milagros, a base de desconectar todas las demás fuerzas que actúan en la historia. Pero no es así como acontece su voluntad, a costa de la actividad humana, sino que se realiza precisamente a través de las experiencias, la planificación y la actuación de los hombres, en y a pesar de su perversión pecadora.[2]

Es por esto que la Palabra santa es como el fuego. Es la Palabra del Creador, esa revelación divina que siempre nos está recordando la meta divina, el lugar hacia donde Dios dirige su creación. Es cierto que nos confronta, mas siempre nos está recordando ese «allí» en donde el adorador-barro desea estar. Pannenberg me parece fascinante, pues para él Dios se revela como historia y no sólo en la historia. Es decir, la revelación de Dios es verificable. Sólo hace falta colocarse en el lugar donde concluirá la historia de la humanidad y desde allí mirar hacia atrás. Ese final (o principio) está descrito en la Escritura Sagrada.

Es desde ella que todos miramos. Es desde allí que sabemos el final de «la película de la humanidad.» Este plan de Dios confronta al adorador-barro. Es cierto que esta Revelación divina presenta exigencias y demandas. También es cierto que señala las especificaciones detalladas del Reino de Dios. Pero no es menos cierto que al sabernos ciudadanos del cielo y conocer lo que Dios ha preparado para sus hijos e hijas, nuestra reacción cambia de aceptación sin remedio, a una de gran gozo y alegría.

Este testimonio lo tenemos de lecturas tales como el Salmo 19:7-10;

Los mandamientos de Jehová son rectos que alegran el corazón…Deseables son más que el oro y más que mucho oro afinado; Y dulces más que la miel y que la que destila del panal.

El adorador-barro se complace en las exigencias de la Palabra de Dios. Se goza en cada una de ellas. No es este un proceso de flagelación y sufrimiento. No es este un proceso de penitencias y sacrificios inhumanos. Es un fuego, que no quede duda de ello. Pero son llamas que queman sin causar dolor, a menos que estemos demasiados apegados a la vida terrenal y mundana.

Posiblemente el mejor ejemplo de este tipo de «fuego» lo tenemos en unos tipos de radiaciones que emite el sol. Este astro de mediana magnitud sideral, ha probado que las quemaduras más serias que puede producir, las logra con rayos gamma, ultravioletas y rayos X. No son pocos los que han sufrido de retinas quemadas al mirar directamente al sol durante un eclipse. Lo que no se explican es que no sintieron la quemazón ni dolor alguno durante su exposición a las radiaciones que emite este astro. Pero los efectos son evidentes; se les quema la retina como cuando se le ha aplicado fuego.

Me parece que así es que obra la Palabra de Dios. Son muchos los que se han dado cuenta de los cambios que han experimentado en todas las áreas de sus vidas, luego de un tiempo de la ocurrencia de estos. El proceso de cambio, transformación y refinado ha sido tan delicado que ni ellos mismos se han dado cuenta de esto. Casi siempre son los observadores externos los primeros que dan el testimonio de esto. Y es que la Palabra de Dios es así.

Es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos…  Hebreos 4:12

Se me antoja pensar en un rayo láser, uno de esos nuevos instrumentos que hasta hace unos años era sólo material de la ciencia ficción y hoy en día es una realidad a la disposición de cirujanos que lo están utilizando para realizar procedimientos delicadísimos. Procedimientos que requieren una precisión micrométrica y la reducción de los períodos de recuperación post-operatorios. La Biblia dice de sí misma que ella es capaz de penetrar hasta «partir» el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos. Es más, puede hasta discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. A esto le llamamos confrontación.

Continúa diciendo que no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia. A través de ella nos hace saber que las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquél a quien tenemos que dar cuenta. Esa totalidad de la perspectiva bíblica no tiene una mejor comparación que la que nos ha sido dada en Jeremías 23:29; ¡Fuego de Dios!”

 

Pastor Rector Mizraim Esquilín – Iglesia AMEC Casa de Alabanza

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[1] Mizraim Esquilín, El Despertar de la Adoración, 1995, Miami, Editorial Caribe, pp.77-80.

[2] W. Pannenberg, Cuestiones Fundamentales de la Teología Sistemática, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1976, p.274.